La ópera de Sebastián Durón “La Guerra de los gigantes” presentada por la Orquesta Barroca de Granada e Íliber Ensemble, cautivó por la belleza de su música, por la vital interpretación de ambos grupos y el excelente elenco de voces que dio vida a cada uno de los personajes.
En torno a la Gigantomaquia, el enfrentamiento que, según la mitología griega, se dio en el amanecer de los tiempos entre los gigantes y los dioses, liderados por Palante y Júpiter, esta ópera se presenta en toda su modernidad como una metáfora de la Europa convulsa de comienzos del siglo XVIII. Si durante toda la obra las voces expresaron la tensión creciente y el enfrentamiento entre gigantes y dioses, destacó de forma excepcional la escena quinta, cuando solas ya, frente a frente, Minerva y Palante, éste, en la hermosa voz de Marta Infante, le pide que le dé muerte, y, ya herido, agoniza en un bellísimo autolamento.
La versión fue magnífica y consiguió resaltar una música innovadora en su momento y el gran talento de Durón para lo dramático. El patio de honor del Castillo de Vélez Blanco sirvió de marco para esta gran representación, en la que brillaron tanto las voces como el conjunto instrumental bajo la cuidada dirección musical y artística de Darío Moreno y Dario Tamayo.