La gran soprano María Bayo muestra en el festival de Vélez Blanco el conocimiento y experiencia de sus 40 años de profesión a jóvenes que aún no han ofrecido su primer recital
María Bayo es Premio Nacional de Música 2009. Y, en el ámbito de la música, muchísimo más. Ese premio es solo un ejemplo de los muchos galardones conseguidos a lo largo de una larga y, sobre todo exitosa, carrera musical. Bayo es, ene l ámbito internacional, una de las principales intérpretes de ópera, de música barroca y de repertorios españoles, franceses e italianos. La cantante navarra es un lujo musical español con más de 80 personajes de ópera y zarzuela en su haber que ha grabado, cantado y compartido escenarios y triunfos junto a todo el quién es quién de la música clásica mundial. En realidad, ella forma parte de ese quién es quién. María Bayo es una cantante con varias décadas de carrera, “cuarenta”, cuantifica ella misma. Esta semana, por fortuna, todo su conocimiento y experiencia están puestos a disposición de ocho jóvenes cantantes –aspirantes a convertirse en profesionales de la música o aficionados amantes de la música que aspiran a mejorar su canto–, en la Academia de Música del Festival de Música Renacentista y Barroca de Vélez Blanco. Una suerte para los alumnos y alumnas y, sin duda, para el festival.
Las mañanas de esta última y calurosa semana de julio reúnen en el aula de canto del convento de la iglesia de San Luis a ocho alumnos y alumnas, a María Bayo y a Joaquín Torrecillas, pianista acompañante y pieza fundamental –y paciente– en estas sesiones.
Una mañana cualquiera, Bayo se levanta de la silla en la que escucha a una des sus alumnas para pedir a su voz algo complejo para los profanos. “Más color, dale más color a esa voz”, le pide a Laura, la alumna que canta en este momento. “Más carnosidad”, le insiste. Laura canta un fragmento corto con la profesora sentada. Pero María tarda poco en levantarse. La explicación verbal no siempre es suficiente. “Hay cosas que solo se pueden decir con el gesto”, justifica. Y ahí está ella, en pie, gesticulando con los brazos para mostrarle a Laura, y a los demás que no pierden detalle, por dónde debe ir la interpretación. “El canto, es evidente, no es algo que le des a una tecla y se produzca sin más, tienes que tener una capacidad de imaginación enorme, has de saber reconocer dónde está el sonido, donde lo colocas”, cuenta Bayo. Y todo eso requiere de mucha expresión física por parte de la docente.
María explica en un descanso que “es interesante que oigan de una profesional como yo, con 40 años en la profesión, lo que piensa técnicamente de su manera de cantar”. “Es probable que no lo olviden y se les quede para el futuro, para que puedan seguir dando pasitos en su profesión o en su carrera”, cuenta, sobre la importancia de tener buenos referentes durante el periodo de formación.
Bayo reconoce la dificultad de triunfar en este ámbito de la música. “No solo se necesita la voz, sino que se requieren también otras facultades. Con la voz empiezas, claro que sí, pero aún queda mucho. Un 99% del éxito llegará por el trabajo”, cuenta. La posibilidad de llegar a ser profesional requiere de muchas obligaciones. “Mejorar tu ritmo, tu musicalidad, tu físico incluso, y muchos otros factores”, cuenta. Incluso “la fuerza mental”, añade, antes de recordad que existen grandes voces con serias dificultades para subirse a un escenario. Se requiere mucho esfuerzo, sí, pero las soprano recalca un mensaje positivo: “Con unas bases técnicas buenas, las posibles deficiencias se pueden suplir con mucho trabajo y se puede llegar”.
Todo ello es lo que explica estos días a, por ejemplo, Marcelo Solís, de 27 años, y Mireia Lallart, de 20. Son dos de esos alumnos que disfrutan de su experiencia y enseñanza. Ambos hacen un aparte un momento para practicar al piano fuera del grupo. Cuando terminan ese aparte, Mireia, que asiste por primera vez a la Academia de Música, explica que el curso transcurre “maravillosamente, con un buen ambiente, buena música y con un entorno precioso”. Lallart explica que tener a María como profesora “es un gran honor para mí”. Recuerda que la descubrió con unos CDs que encontró por casualidad y encontró un maravilla que, ahora, en Vélez Blanco, se ha encontrado cara a cara.
Marcelo Solís, en cambio, trabaja frecuentemente con ella. Pero se muestra igual de apasionado con el festival. “Es mucha la pasión de todos los organizadores y, efectivamente, hay muy buen ambiente y el trabajo de Joaquín y María es estupendo”.
De vuelta al aula, con todos, María Bayo sigue con sus explicaciones, apoyadas de nuevo en el gesto, en el movimiento físico. Ahí siguen todos, persiguiendo el color del sonido, un color que en esta academia se aparece cada vez más luminoso.