Hay noches mágicas, y la de ayer fue una de ellas. La voz de Carlos Mena y la vihuela de Manuel Minguillón nos trasladaron a la música y la cultura renacentista con la elegancia y refinamiento propios del mejor estilo de la época.
Tal vez influyese el espacio renacentista del Salón del Triunfo del Castillo donde seguro que se oyeron en su momento muchas de las piezas interpretadas. Pudo influir ese público cuyos silencios sostenidos y aplausos largos formaron parte del concierto. Ayudó el sonido de la vihuela de Manuel Minguillón, cuya finura y buen hacer brilló en todo momento. Pero no cabe duda de que la voz elegante, precisa, clara, ágil, redonda.. de Carlos Mena habitó ese espacio, se fundió con él, emocionó e hizo disfrutar a quienes habían llegado desde muchos lugares para escucharlo.
Un concierto para recordar, un lujo para los sentidos, un nuevo acierto de este Festival que con XVII ediciones se consolida como uno de los más singulares de nuestro país.
¡Enhorabuena!